Tensa primavera

Nunca antes las flores rompieron con tanta fuerza el pavimento frío,
ni las finas capas de hielo escondidas en la sombra se deshicieron con tanto fervor.
Nunca antes el cielo brilló tan azul,
ni la plaza central se llenó de tantos jóvenes a tomar el sol.

La maravilla de la primavera trayendo noticias de un mundo nuevo,
llega arrastrando un esqueleto putrefacto.
Un regalo sin destinatario,
un deseo que nadie jamás deseó.

El miedo de perder la sonrisa,
– aquella que tardó tanto en llegar –
cae sombrío sobre la feria del domingo,
encaramándose sobre la inconsciencia de los niños que juegan a ser libres.

El enemigo avanza silencioso,
las memorias del dolor convierten al manso en fiera,
la casa de los padres en la mira del proyectil,
los embarazos en bombas de tiempo.

Las campanas de la iglesia festejan el amor en el medio de la guerra,
poniendo un bello mantel de oro sobre los escombros y los ruidos.
La historia compartida es siempre la misma historia,
el hermano es la bola de cristal donde imaginar el propio futuro.

Y aún así,
nos dirigimos al altar todos juntos con el corazón sereno y sonriente,
rompiendo el pavimento con tanta vehemencia
que las abuelas se van a dormir tranquilas.

El verbo se conjuga en un raro presente en plural
quedándose despierto y con la respiración contenida:
vencemos.

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