Archivo mensual: enero 2022

Atardeció para siempre

Una banda de periquitos verdes pasó volando sobre nuestras cabezas, lanzando cantos bulliciosos y alegres. Las formas geométricas de su vuelo cortaron en dos el cielo anaranjado-rosa-violeta que calentaba los ojos con una sonrisa eterna. Una ola llegó desde lejos trayendo una carcajada y dejando en las mejillas un beso salado. Una muchacha joven bailó, cogiéndose la falda por encima de las rodillas, y maraqueando con los hombros animó a las viejitas a aplaudir. Unos niños pasaron montando bicicletas nuevas y más atrás venían sus padres vigilantes y alegres en sus viejas pero guerreras bicicletas. Un colibrí se quedó anclado en una cayena roja y blanca, y la gatica negra se fue a hacerse acariciar del señor de la esquina sentado en su mecedor. Las palmeras se sacudieron con la brisa fresca del río que reflejaba a la luna sin que nadie se diera cuenta. La montaña de enfrente se tiñó de rosado y amarillo, dibujando sus árboles frondosos, sus plantas de cacao y de café, y su cascada escondida. Así se quedó la vida, en un brillo de ojo negro, detenida a las 6 en punto, en la tarde de un seis de Enero cualquiera, por allá donde los europeos decían que no valía la pena.