Archivo mensual: marzo 2014

Tempo Fermo

Para el tiempo que se hace el loco e ignora la presencia humana, la eternidad no es más que el simple ser. Siendo tiempo no puede entender la sucesión. Permanece, según él, inmóvil, y es todo lo demás que se mueve, pero esto tampoco le interesa al tiempo. No le interesa qué pueda pensar alguien más, no le interesa ni siquiera saber que alguien pueda existir. Inició su carrera hace un billón de billones de años, o una billonésima de segundo atrás, siendo exactamente el mismo tiempo, no sabe él si ha sido mucho o poco; nunca es mucho o poco, siempre es mucho o poco, ergo se anula. El tiempo es relativo a la intensidad del pensamiento. Cuántos pensamientos creas en un milisegundo? Cuánto tardan tus neuronas en hacer sinapsis? Cuántas cosas has pensado, sentido o percibido en la última fracción de segundo? La expansión es distinta a la consecución. El universo se expande en todas las direcciones, pero el horizonte siempre se mantiene. Es la planicie la que finalmente da sentido a todo. La planicie que se abre hacía ese infinito que al ojo humano parece finito. Quizá sea este el mayor engaño en el que vivimos. Un engaño necesario però. La ilusión de finitud del horizonte o el camino, nos hace creer que hay un punto de llegada, una meta, caminamos constantemente y sin parar convencidos de que tarde o temprano llegaremos a algún lugar donde nos espera alguna suerte de recompensa. Pero la verdad es otra, la verdad es que nunca llegaremos a ese anhelado descanso, el camino no termina, el tiempo no perdona, él ignora. El tiempo permanece inmóvil, somos nosotros quienes nos movemos hacia la utopía del final.

María

Esta María de la que hablamos nació cuando la hoy República de Colombia se llamaba Estados Unidos de Colombia, y cuando la industrialización, el ferrocarril, el romanticismo y las guerras civiles marcaban la historia colombiana. Época en la que el Valle de Cauca era escenario protagónico de muchos de los cambios por los que atravesaba nuestra querida patria boba. Allí nació la María de Jorge Isaacs, en medio de exuberantes paisajes verdes, perfumados y floridos, cruzados por riachuelos febriles, y musicalizados por el canto de las aves, en un lugar mejor conocido como “El Paraíso”.

María, máxima exponente del romanticismo colombiano, relata la historia de un idilio de amor truncado por la muerte. Por primera vez, la tragedia del amor era recreada entre los valles de la cordillera de los Andes colombianos y era la cotidianidad de la naciente República de Colombia la que dibujaba las vidas de la bella María y su amante Efraín. María por su delirio, pasión y sufrimiento es sin duda, una de las más preciosas joyas que ha dado la literatura colombiana.

María permanece inmarcesible e intacta en el tiempo, prueba máxima de su grandeza artística. Pues cuando el arte es arte, engendra arte, evoluciona y lucha contra el olvido. Es así como de ella se han realizado diversas adaptaciones al cine y al teatro. En 1921 se realiza María, el primer largometraje mudo hecho en Colombia, basado en la María de Isaacs. De ese primer largometraje colombiano sobreviven hoy 4 planos, que encuadran, en voz del mismísimo Efraín “planicies de verdes gramales, regadas por riachuelos cuyo paso me obstruían hermosas vacadas, que abandonaban sus sesteaderos para internarse en las lagunas o en sendas abovedadas por florecidos písamos e higuerones frondosos”

En 1985 otro hijo de Cali, Luis Ospina, invitado de honor a la segunda versión del FICBAQ, realiza el documental “En busca de María” con la misión de encontrar pedazos, pistas, rastros de esa primera María retratada en la pantalla grande. Para su desilusión y la nuestra, la película sucumbió ante el paso del tiempo y la desidia. Algo similar sucedió con otra María, la María de Enrique Grau, que estuvo archivada y perdida hasta 2007, cuando la Fundación Enrique Grau y Patrimonio Fílmico la salvan del polvo y los hongos.

El maestro Grau, uno de los más grandes artistas plásticos de nuestro país, nació en Ciudad de Panamá, se crió en Cartagena, cultivó su arte en Nueva York e hizo parte del Grupo de Barranquilla. Grau es reconocido por su pintura, y pocos saben de su incursión en el cine. Pues bien, el cine de Grau es un cine experimental y vanguardista. Tanto así que en 1954, actuó y realizó junto a Álvaro Cepeda Samudio, Luis Vicens, Nereo López y Gabriel García Márquez, La Langosta Azul, el surrealista y tropical cortometraje barranquillero que hoy da nombre al galardón del Festival Internacional de Cine de Barranquilla, FICBAQ.

En 1965, Enrique Grau decide revivir María registrándola en 8 mm, a color y sin sonido. Pero esta nueva versión de María, revela una historia más profunda y oscura, que trasciende el idilio amoroso para acariciar la demencia y el parricidio. Es tanta su crudeza e irreverencia que críticos de la época, la señalaron como un “insulto” para la obra de Isaacs, e incluso quisieron vetarla. Otros por el contrario, señalan a María de Enrique Grau como “una de las mejores obras de la vanguardia del cine en Colombia”.

En 2014, el FICBAQ rescata a la María de Grau del silencio y la musicaliza en vivo, en su acto de inauguración, con una obra experimental que mezcla instrumentos análogos y digitales, acompañado de una ambientación sonora que vestirá a María con los tintes que 50 años atrás Grau designó para ella. Una paleta de colores que inicia conservadora y luminosa pero con un denso y sutil in crescendo fatalista. La otra mitad por el contrario se tiñe de rojo sangre, siendo audaz, incorrecta, gótica, todo lo que un músico de rock desearía interpretar.

Esa María que se transformó en cine, hoy vuelve a vivir.