Invisible

En el centro comercial del norte más norte, se dan cita elegantes damas de la burguesía de antaño, con los rostros estirados y los cuellos colmados de joyas para disimular las arrugas. Se encuentran también los jóvenes emprendedores con sus portátiles mac, sus zapatos de cuero y sus relojes pesados y llamativos. Están sentadas hablando por sus teléfonos inteligentes, coquetas señoras y señoritas, vestidas acordes a la última moda, siguiendo las tendencias más vanguardistas de la revista Cosmopolitan o Vogue. Sus peinados perfectos y su maquillaje bien definido, las distingue de cualquier otra mujer más «casual» o «común», ellas independientemente de si son empresarias, ejecutivas exitosas, madres o felices mantenidas, deben mantener a todo dar el estilo impecable. Las pieles morenas mestizas son minoría, sin hablar de la piel más oscura que prácticamente no se asoma a estos lugares, a menos que, por supuesto, se trate de un noir a dépassé o como se dice vulgarmente «un negro superado». No faltan los hipsters, no los describo de más para no darles más atención de la que reclaman.

Un joven, que llegará apenas a los 20 o 22 años, se mueve casi como flotando entre las mesas del café. Es pequeño, delgado, de piel trigueña, pudo haber sido ingeniero, o doctor, o investigador, cualquier cosa, su cara de nerd delata su esencia. Digo pudo, porque ya no lo fue. Su destino se concentra ahora entre traperos, escobas y baldes. Es un servidor de las clases altas. Observa de reojo a cada una de las personas sentadas en las mesas, escucha parte de sus conversaciones, se fija en sus modos, haciendo un análisis profundo de cada uno, quizá deseando ser uno de ellos, o quizá criticando sus vidas, o quizá simplemente les sirve, aceptando su destino sin reproches. A él nadie lo mira, nadie lo oye, nadie le sonríe, es un invisible.

Una respuesta a “Invisible

  1. ese invisible me recuerda alguien, con rostro bonito y ojos brillantes.

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